El tiempo

El tiempo es una pulsación, que está caracterizada por el Código interno del ser humano, es decir, la mortalidad. Al ritmo de la muerte, la gente llama Tiempo.

La temperatura, la presión, la velocidad del movimiento de la energía, estas son unas características de las que dependemos y hasta que no hayamos expresado la Unidad superior, vamos a depender del código indicado por el tiempo. Para salir del tiempo, hay que conocer el espacio. Pero no se puede conocer el espacio, sin la geometría.

Sí, el ritmo diario se coordina con la rotación de la Tierra. Pero la coordinación se realiza a través del espacio en el que vivimos. También es importante para nosotros la posición (el ángulo) de la Tierra respecto al Macrocosmos, al Sol.

Es decir, se trata de la orientación del ser humano al tiempo de la muerte o al tiempo de la inmortalidad, de las características de frecuencia que controlan nuestra vida. Si nos controlan a través del cuerpo, entonces el cerebro, procesándolas, depende de ellas, permaneciendo, por ejemplo, en las ondas alfa. Pero si la frecuencia se establece por el cerebro, entonces aumentamos nuestras características y salimos de los ciclos repetitivos.

Para escapar del tiempo, hay que salir de la tensión variable y entrar en la permanente, es decir, aprender a generar energía. Entonces, hay que captar la necesaria vivencia rítmica de la generación. Por ejemplo, la frecuencia alfa tiene diez oscilaciones por segundo, mientras que nosotros necesitamos 15 – 20 oscilaciones. Esto significa que debemos ir a la zona de las frecuencias beta, etc. Por eso, al conocer el ritmo, hay que comprender claramente qué tipo de tensión u oscilación estamos creando, ya que también es posible reducir la tensión (por así decirlo, “entorpecer” el tiempo).

La actividad rítmica es la base de la comprensión del desarrollo del cerebro. Ella se produce en todas las formas, pero debe poseer una regularidad y esta regularidad debe ser controlada por la consciencia. La vivencia de la acción, del esfuerzo (de lo que sirve el ritmo) es la base de la existencia. El hombre es incapaz de experimentar el tiempo: él sólo puede aceptarlo o no aceptarlo. Así, por ejemplo, reaccionar a la espera o a la prisa o tranquilamente leer un libro.

El tiempo es la cosa más peligrosa que el ser humano ha determinado para su existencia. Él ha cambiado el ritmo y ha perdido los sentimientos. Algunos pueden decir: “Y, ¿cómo entonces se podría desarrollar la civilización?”. No sé cómo, pero el ser humano debe conservar en sí el Ser Humano. Y si nos aceleramos y fortalecemos hacía afuera, vámonos entonces a fortalecernos también por dentro. Al fin y al cabo, puedo decir que esto da resultados. Pero también puedo decir que de esto se aprovechan pocos, ya que es necesario crear condiciones, para que el cuerpo se mueva en el espacio tridimensional.

En realidad, el cuerpo de la gente permanece en un espacio de dos dimensiones: adelante-atrás, izquierda-derecha. Hacía arriba y abajo, el cuerpo no funciona. Además, poca gente puede moverse en izquierda-derecha y entonces lo único que queda es un movimiento unilineal, temporal. Esto se debe a la circulación limitada de la energía y lo más importante, a la pérdida del ritmo. El ritmo para las formas unidimensionales y dos dimensionales de existencia, se reduce a la realización en la agitación, que al experimentarla, la energía se pierde, ya que no hay condiciones de su asimilación.

Imagínense un concierto de música Rock. Es una acción típica unilineal, dirigida a abrir temporalmente, a excitar el objeto que aspira a esta excitación. Y tal personaje puede andar un sin fin por la Ruta 66, poniéndose periódicamente unas inyecciones de excitación. Así que, mientras el hombre sigue viviendo en un espacio plano, la Tierra será plana para él y lo más importante es que en él no se desarrolla, no se abre el volumen y él permanece fuera de los límites de las transformaciones espaciales.

En la Enseñanza de la Unidad, el principal Profesor para la consciencia europea (aunque por este camino han pasado los árabes y los alquimistas taoístas), podemos considerar Euclides, probando, de hecho, que el tiempo no existe si el hombre tiene una forma unida, que vive según su propio ritmo (la tensión, el esfuerzo de la rotación).

 

07 diciembre 2011

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