Café de Vitruvio

Los sueños correctos (ar-ru'yâ as-sâliha) generan los conocimientos correctos, dicen los sufís. Los sueños correctos indican la dirección correcta en la búsqueda, lo que significa que forman conocimientos. La vida humana es como un baile, pero si uno no sabe de dónde proviene y a qué debe llevar, será únicamente simple activación temporal de nuestros sentimientos que experimentaremos como necesidad emocional.

Durante el período de los años 711 al año 1492, Andalucía española fue controlada por los musulmanes igual que toda la parte sureña de España. Sin embargo, éste fue el tiempo cuando tres religiones —cristianismo, islam e judaísmo— entraron en más interacción entre sí que los tiempos posteriores. Podemos decir que fue la época de la búsqueda común cuando las relaciones se apoyaban en la interacción y no sólo externa, sino que también interna. Durante este período fue muy popular el Hombre de Vitruvio; fue el período de la búsqueda de proporciones.

En esta época, la vida humana se consideraba simbólicamente. Cada acción implicaba su propio símbolo, que ayudaba a la conservación de los conocimientos, salir de la fragmentación y corresponder con las características indicadas. Los sentimientos y las sensaciones deberían llenar el espacio y el ser humano debería saber gustar y expresar el acto. La gente de esta época necesitó tal calidad de existencia cual le ayudaría fortalecer su espíritu y nosotros llamamos a todo esto “tiempo de vivir en el estilo flamenco”.

Durante este período, del islam se separó una nueva tendencia, llamada sufí, que planteó las cuestiones del conocimiento de nosotros mismos y nuestras acciones. Este hecho permitió a muchos de los seguidores del sufismo considerarlo como dirección no religiosa. A fin de cuentas, la época descrita fue precisamente el tiempo cuando apodaron “sufí” al buscador de conocimientos, es decir, el que buscaba conocimientos dentro y no fuera de sí.

Fue tiempo cuando se formó también un nuevo tipo de conocimientos gracias al uso de café. La bebida, la atmósfera a su alrededor y el mismo consumo se fundaron en unidad única. La época generó nuevo tipo de café: el vitruviano, cuando todo dependía no sólo del café, sino que además del lugar y la capacidad de gustar la bebida.

Ibn al-'Arabî, el místico andaluz del siglo XIII, que agrupó conocimientos acerca del conocimiento del espíritu humano, llegó a ser, probablemente el ideólogo básico del café vitruviano como determinado proceso de vivencia expresado en la idea del flamenco. Fue un período cuando el café debería percibirse como se percibía el flamenco. En el período entre el siglo IX y XIV, en la formación del espacio jugaron importante papel los gitanos que migraron activamente de Rayastán (noroeste de la India) a Europa, reuniendo en sus búsquedas los conocimientos de los místicos sufíes y templarios.

De esta manera, el café y el flamenco también empezaron a jugar papel peculiar en la formación del espacio. El lugar donde se bailaba flamenco, se llenaba del aroma del café. Existían nichos donde aquellos que gustaron el café experimentaron estados sublimes, ostensorios peculiares, guardines de la vivencia elevada. El lugar donde se tomaba café, obtuvo no simplemente un estatus específico, sino que se convirtió en zona de peculiar energía.

El café empezó a determinar los nuevos principios (basados en cierta profundad de las sensaciones) que fueron formados precisamente por los árabes, vinculando la idea de la excitación del espacio interno a través del café con el espacio externo del flamenco. La búsqueda o la conservación del ritmo de la vivencia siempre ha sido forma mística básica de los conocimientos que generaba diferentes tipos de estados. Esto permitió controlarse y llenarse sensualmente, lo que dio la base de varias enseñanzas.

El seguimiento del ritmo indicado es aquello que une el flamenco y el café, lo que lleva a la idea del café de Vitruvio. De hecho, el flamenco y el café no son libres por fuera, están cerrados y es necesario mostrar, crear la tensión para sacarlos el sentimiento y el sabor de cada uno de ellos.

Es imposible tomar el café sin tener esfuerzo en la consciencia. Al arrellanarse en el sillón o distraerse por alguna conversación, se pierde el sabor. Se debe tomar en el estilo del flamenco.

El café vitruviano se debe tomar en estrés y es sin importancia por qué cosa está provocado: posición, sensaciones o caos en la cabeza. Como los estilos que formaron el flamenco: jónico y frigio, o los ritmos indios antiguos.

Es enrome la diferencia entre la percepción que queda al tomar café en determinada tensión y cuando se toma entretanto. En estas condiciones incluso el café más bueno deja de ser café. Andalucía debe ser considerada como la patria del café de Vitruvio. En los fines del siglo VII y el inicio del IX, Andalucía se convirtió en uno de los centros del mundo árabe (al-Ándalus) y centro de tensión entre el mundo cristiano y musulmán. Precisamente en aquel período empezó a formarse el gran baile de tensión, el flamenco y el café inició su nueva historia.

Los historiadores indican los siglos XVI-XVII como el tiempo de aparición del café en Europa, sin embargo todo empezó en Andalucía. Esto se puede ver en las canciones folclóricas de los mozárabes, provenientes de las jarchas y las zambras.

Andalucía unió en sí la cultura judía, musulmán y cristiana, bajo el “dominio” de los musulmanes que trató con bastante tolerancia al resto de las religiones. Fue un período cuando a pesar de que los valores espirituales se interpretaron de diferente manera, se respetaron igualmente por todo el mundo. La lucha fue más por obtener conocimientos, influencia y desarrollo. No obstante, en este momento el café fue mayormente relacionado con la cultura árabe y fue, por así decirlo, el gran secreto de los sufíes.

En realidad, según algunas fuentes, el flamenco es la obra de los experimentos sufíes, llegando a ser resultado del desarrollo de la vivencia y la tensión como elemento de la profundidad de los sentimientos.

La palabra misma “flamenco” es un tipo de clave que guarda el misterio del jondo y que poseía el concepto del cambio y la búsqueda. Tal vez, proviene del vocablo árabe “felah-mengus” (persona que permanece en constante estado de cambios), también significa “libre de la esclavitud” o “fugitivo cristiano”.

En lo que se refiere al café, podemos ver también una actitud similar. Y hablar más sobre el tema es no tanto difícil, como innecesario. El café debe guardar el secreto, dado que cada persona individual lo gusta de diferente manera. Algo más, esta indeterminación indicada está relacionada con otro concepto: el sufí, sobre cuyo significado existen gran cantidad de hipótesis, pero lo comprende únicamente el que corresponde directamente con este concepto.

Es interesante el vínculo entre el flamenco y el café, o sea el café vitruviano (que es lo mismo) que está destinado más al proceso de la vivencia, al logro de la profundidad de los sentimientos. Cada tacto y cada movimiento del café de Vitruvio como si quisiera sacar algo de las entrañas de la persona o, al revés, esconderlo. El café vitruviano guarda en sí el secreto del conocimiento acerca de la profundidad, aquello que está en las entrañas del espíritu humano, cierta verdad. Los sufíes llaman a esta verdad ar-ru'yâ as-sâliha. Y el buscador necesita un proceso para conseguir la profundidad de los conocimientos.

¿Puede existir algo superior al café de Vitruvio, cuando él es cierta necesidad de la sociedad en la expresión de sus emociones y sentimientos? Y tal vez esta cuestión, que fue planteada también por los íberos en su estado Tartessos (fundado en el año 1100 a.C. en el territorio de las provincias españolas actuales Andalucía y Murcia), sigue siendo importante incluso hasta hoy en día.

Aquí es interesante la conexión con la influencia de los celtas (en el siglo V a.C. los íberos se mezclaron con los celtas formando tribus llamadas celtíberos). Surge la idea de la tensión que se reflejó en la compresión misma del consumo y manifestación y abarca una capa entera de la enseñanza y aquí valdría la pena mencionar los fenicios. La ciudad fundada por ellos, Cádiz (una de las ciudades más antiguas en Europa) está rodeada de muchas historias y leyendas, descrita como el lugar fundado por el mismo Hércules y la ciudad de la que Colón fue a su segunda expedición. Si observamos la posición de Cádiz, veremos que se parece a taza, una taza de café o incluso Grial. Es un cierto Grial terrestre o lugar que inicia al ser humano, lo que de hecho, se entrelaza con el estado supremo de tensión. En realidad, de todos modos el encuentro con dios es estrés…

Así que, Andalucía es cierto cuerpo perfecto que absorbió culturas diversas y gracias a los fenicios está conectado con la ciudad más antigua del mundo, Biblos que tiene casi 8 mil años y donde Isis reanimó el cuerpo de Osiris.

La aparición del jerez, el vino específico místico de conocimientos, también está relacionada con Cádiz lo que contribuyó mucho a las transformaciones internas en el proceso de la preparación del café vitruviano. Jerez es una zona peculiar de tensión, extendida en el territorio de las ciudades pequeñas: Jerez de la Frontera, Sanlúcar de Barrameda y Puerto de Santa María.

El jerez es un vino de alta tensión y debe elaborarse en lugares donde la viña sufre mayor estrés, es decir en tierra pobre que hace a la raíz “estar nerviosa”, pero luchar, igual que la tierra misma que debido a la excitación, produce determinados tipos de bacterias. Así que, si se trata de jerez, se trata de Andalucía, si se trata de flamenco, también de Andalucía, si de café vitruviano, otra vez se trata de Andalucía.

El siguiente momento importante es la proporción de la taza del café de Vitruvio. Juega con el mismo papel que las castañuelas en el flamenco. Es decir, da el mismo matiz griego a nuestro café; pues, precisamente los griegos vincularon el flamenco con las castañuelas (el crótalo — sonajero en los griegos, kártalos — el címbalo indio), que se usan en el flamenco para acompañamiento al baile (se usa en los palos: sevillanas, fandangos de Hueva y tanguillo de Cádiz, bolero, seguidilla).

La idea del ritmo es propia también del café, tanto de su preparación, como de su consumo que puede percibirse como escucha o interpretación de laúd de tres cuerdas. La guitarra morisca nos permite sentir la profundidad del café igual que sentimos la profundidad del Cante jondo, que llegó a nosotros gracias a los árabes, los sufíes. El Cante jondo posee su sonido profundo, poder, que revela la esencia y el sonido mismo, la persona misma.

El poeta persa Ziryab contribuyó mucho a la comprensión del café vitruviano, fundando la primera escuela andaluz de música y cante, donde se estudiaban las canciones de diferentes culturas. Pero merece la pena mencionar su actitud hacia el sabor y el olor (tarab), la que permitió al ejecutante y el espectador gustar no solo los sonidos, sino también los sentimientos, es decir permanecer en estado de vivencia extática que en el flamenco se expresa en el concepto del duende.

Precisamente la vivencia extática es la condición para el café de Vitruvio, que determina su profundidad. El café vitruviano nos hace expresarnos y experimentar un estado específico, permanecer en el ritmo natural de zambra o el ritmo de los sentimientos, fandango. Este ritmo aportó a la comprensión del café vitruviano, una actitud hacia el tiempo, que podemos correlacionar con el estilo Saeta, la actitud hacia lo divino. Precisamente Saeta es el palo que conservó en sí el misticismo escondido religioso del Oriente Próximo y el cristianismo Medieval. Saeta es el vínculo invisible con el destino. Es la oración del flamenco. Es el proceso de gustar el café vitruviano cuando la persona que lo toma se convierte en ermitaño espiritual que permanece en la búsqueda de la vivencia interna y la visión, involucrándose en los conocimientos de los alquimistas árabes, los místicos templarios, en la conservación de los conocimientos por los íberos y, por supuesto, en la cultura védica. Y éste es un coctel digno que pone el café vitruviano superior al concepto de la bebida café.

Y justo los místicos sufíes allanaron el camino para la aparición del café de Vitruvio. Se trata de la enseñanza de Ibn al-Arabí que de manera peculiar determinó el camino del ser humano como experiencia mística relacionada con el arte de vivir en el disfrute del sabor. Los sentimientos y los conocimientos acerca de los sentimientos y también acerca de sus correspondencias, dieron la base de los estudios de todos los alquimistas árabes que buscaron métodos para la transformación y el fortalecimiento de los sentimientos.

El consumo del café de Vitruvio no es una fantasía visual, sino que debe ayudar a alcanzar la libertad interna. Esto ya es un proceso de la realización del sabor con el fin de alcanzar la frecuencia necesaria. Es decir, se necesita cultura del consumo, que conserva el arte de la transformación, lo que nos muestra Ibn al-Arabí en su búsqueda de la luz milagrosa. De esta manera, el concepto de la concepción consciente interna, la correspondencia y el vínculo, fueron tomados, de toda probabilidad, de los místicos sufíes para la formación de la expresión profunda del sabor.

Así, Andalucía fue un lugar de desarrollo de diferentes capacidades y conocimientos. Tal vez, es el lugar donde fue encontrado algo que indicó la presencia de la Orden de los Caballeros Templarios, una de cuyas tareas, fue la búsqueda de conocimientos secretos. Y es imposible que el Arte de la preparación del café escondido bajo siete sellas, el ritmo del flamenco, destinado a la transformación del estado interno y la vivencia, pasaran desapercibidos por los templarios.

Es posible que incluso los ritmos palestinos fueron introducidos por los templarios que los guardaban con el fin de conservarse en el estado supremo de existencia. Unos de los secretos de los templarios fueron los conocimientos usados aun por Jesucristo y Mahoma. Esta sabiduría fue relacionada con el ritmo de la transformación del líquido para el fortalecimiento de ciertas formas de vivencias. Y estas formas fueron tomadas precisamente por los árabes. Y una de ellas, el micro-tono (intervalo más pequeño que la escala temperada, es decir aquí se introduce determinada frecuencia de la serie de sabores y sonidos), tiene gran significado. Y ni pensar en que su uso poseía carácter espontáneo. Aquí se trazan conocimientos acerca de las leyes del ritmo, donde la diferente frecuencia determina los diferentes niveles de la vida. Al usar el micro-tono y el tono medio en el sabor, obtenemos cierta forma de influencia que nos permite cambiar el sabor del café convirtiéndolo en algo excepcionalmente personal.

El café vitruviano cambia el ritmo interno de la persona y, lo más importante, lo armoniza. El que lo toma, obtiene un efecto de colocación, es decir, resonancia que lo lleva a la vivencia extática, como preparando a la persona para el Zikr.

El café vitruviano es la proporción. Se parece a un recipiente, que contiene varios sabores, pero que conserva la base para la expresión del estado del ser humano, su vivencia. Puede estar lleno de tristeza y pena, alegría e inspiración, pero todos estos estados son únicamente una forma de compasión que lleva al ser humano a la liberación interna.

El concepto del café vitruviano es un proceso enjundioso que está en cierto camino intemporal, lo que hace a este proceso superior al tiempo. Éste debería abrir la profundidad de la existencia humana, de su pensamiento. La toma del café de Vitruvio es la entrada al tempo. Nos permite a calmar la mente y escuchar.

…El aire caliente nos abraza y hace paso adelante provocando silencio extraordinario. En este silencio se reaniman los frescos internos del templo, convirtiéndose en compás — el dibujo rítmico que hace revivir al silencio. Las manos quieren captar este dibujo, el cuerpo — convertirse en él y las piernas seguirlo. Y he aquí, estamos sumergidos en el ritmo son, acompañando al patrón invisible, tocando las palmas, chasqueando y medimos el ritmo golpeando con los tacones. Nos hemos dejado llevar por la influencia del Cante jondo, nos hemos aflamencado, creyendo en cierta fuerza llamada duende, proveniente del café de Vitruvio.

Hemos perdido la comprensión de dónde estamos y quiénes somos: tal vez estamos en la iglesia española, cantando canciones litúrgicas, o hacemos un ritual africano incomprensible que excita nuestra sangre o adivinamos nuestro destino, profiriendo gritos profundos de la vivencia…

Nos disolvemos en el templo sin comprender su forma y decoración. Pero al mismo tiempo se queda la sensación pagana que quiere expresarse en los movimientos. Como si la naturaleza misma llenara nuestro cuerpo haciéndolo gracioso.

Y esta fuerza natural Ángel es la esencia del templo, la que junto con el duende, representan la fuerza secreta de la proporción externa e interna. Comenzamos a seguir la fuerza interna y la expresamos a través de nuestro cuerpo y habla. Y éste es el lenguaje del café de Vitruvio.

 

03 junio 2011

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