Elena Vrublevskaya

Elena Vrublevskaya es una representante de la tendencia única de interacción con el espacio, que hoy en día está perdida, pero tiene su significado integral.

Es una tendencia que proviene no sólo de la tarea de sintonización con el espacio, sino también de la tarea de su materialización, que es lo más importante.

Al igual que la sacerdotisa dedicada al faraón, Elena conserva y reproduce sus sintonizaciones sobre el lienzo, llevando en sí y expresando al mismo tiempo el sacerdocio y la profecía. Por un lado, crea un discurso maduro, diferente de la voz del niño corriendo por el tesoro del Templo, pero por otro lado al revés, se convierte en el mismo joven guardándose las hojas de la inocencia de nuestro espacio. Ella tiene acceso a cualquier Templo, dado que es atenta y asidua y siempre está dispuesta a acrecentarse a sí misma y a su don. Está protegida y esto la convierte en una persona libre. Escucha las conexiones por todas partes: para ella, éstas son sentimientos fuertes que a menudo la sobrellenan. Ella conserva la belleza en las iniciaciones y los rituales. Muestra que la vida de las mujeres consiste en su expresividad.

Elena respeta la Tradición y la jerarquía del Templo, pero al mismo tiempo tiene el derecho, la libertad de percibirlos como quiera. Esto está relacionado con el hecho de que ella sigue las sintonizaciones, que a menudo es incomprensible e incluso inaccesible a mucha gente. Pero para comprenderlo, uno debe saber permanecer en ello. Ella misma no usa, en este caso, sus capacidades y fuerza y está privada de las tareas de las ambiciones temporales. Para ella es importante el proceso mismo de la creación suprema. Para Elena es importante la reunificación profunda, es importante ser una persona íntegra. Ella entra al Templo, pero no aspira a vivir dentro, para que no quedar absorbida por la forma del Templo. Ella es un intermediario espiritual, expresando su fuerza para el bien común.

Debido a su libertad, es imposible que todo el mundo la quiera, por eso está destinada a que la envidien y, al mismo tiempo, admiren. El que no vive bajo la ley de la libertad verdadera (que está determinado por la fuerza interna), no puede entenderla. Ella viaja de un tiempo a otro, liberándose cada vez más de esta dependencia. Y debería ser como un guerrero y defender su libertad interna, es decir, de hecho, va por el Camino del Caballero, el Camino del Ritual. Ella no baja los ojos y mira cara a cara las limitaciones con las que se encuentra en el camino, las que molestan la expresión de su fuerza vital.

La vida de Elena se parece a un ritual infinito, en el que ella llama ya sea a la Tierra, ya sea al Cielo. Queda la impresión de que vive constantemente en un pabellón enorme, que se mueve junto con ella o va detrás de ella. Está integrada en su esencia y en sus acciones, lo que le permite crear la tendencia en la pintura, recuperando los conocimientos antiguos sobre cómo se construía antes la interacción, el contacto, la comunicación con el espacio. Elena se cuida constantemente, creando la magia de la actitud que las mujeres tienen hacia ella. Como si ella corriera de un espacio a otro, sin tener limitación de vida. Se alimenta de cristales, de las energías de sus propias obras y muestra los principios supremos de existencia, los que debería poseer la gente.

Elena recibe la información necesaria y tiene el acceso necesario a la fuente de la fuerza: o se sintoniza con los conocimientos egipcios antiguos, o es poeta como un bardo céltico. A veces, queda la sensación de que constantemente juega algún papel, pero, en realidad permanece en un estado, al que la gente llama “musa”. Sabe disfrutar de las ideas y coordinar su desarrollo con el estudio.

Elena es un representante real de la cultura femenina. Lleva en sí y expresa las leyes del seguimiento, que le permiten obedecer al espacio y no violar sus leyes, aunque tengan una forma fea. Pero, dado que ella, tal vez por su propia elección, entra a ciertos mundos, tampoco su comportamiento es estrictamente determinado. Al quedarse tranquila y sumergida en sí, ella demuestra realmente la sublevación contra todo lo paralizado, lo nefasto y lo destructivo. Al crear la tendencia Integral en la Pintura, construye un nuevo futuro para todos nosotros.

 

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1987
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