Mujer Integral

El espacio en que vive el ser humano posee diferentes niveles que tienen indicadores concretos físicos. Una persona que no sabe integrarse en el espacio, representa sólo uno de sus niveles que reduce la sensibilidad de la percepción de la sensación del mundo. Y aun teniendo ciertas vivencias, que uno quiere repetir, no logra hacerlo dado que sin los conocimientos acerca de las leyes de la Integralidad, es imposible representar, realizarlas.

Esto es muy importante para las mujeres, puesto que el exceso de una cosa y la falta de otra, altera los procesos fisiológicos naturales, sin permitir a la mujer no sólo gozar completamente de lo que tiene, sino que tampoco expresarse como mujer. En su naturaleza, la mujer nace con varios niveles de interacción con el espacio. Incluso si tomamos tales indicadores, como la menstruación, la ovulación, el ciclo menstrual, tenemos no simplemente diferentes procesos fisiológicos, sino que determinado nivel vibratorio que tiene sus vivencias. Es decir, dentro de la mujer radican diferentes niveles vibratorios que, de hecho, convierte su naturaleza en Integral y es completamente diferente de la naturaleza de los hombres, que no tienen útero y, en consecuencia, pueden representar únicamente uno de los valores que tienen inherentes de naturaleza.

Y esto lleva a la mujer a diferentes estados que, desde la posición de la Alquimia Integral, deben ser considerados como búsqueda. Y si la mujer no puede o no sabe mantenerse en cinco diferentes estados, inherentes de naturaleza, dependerá de los procesos fisiológicos con los que no está sintonizada. Es decir, dentro tendrá conflicto debido a la falta de concordancia entre su cerebro y su útero. Por muy extraño que parezca, en una vida, la mujer experimenta a la vez varias vidas. Y si tomamos en consideración además el sexto indicador, la concepción, entonces podemos hablar de un todo mecanismo de matriz que la mujer representa.

Al mismo tiempo, en cada mujer domina uno de los seis mecanismos que la hace percibir el mundo desde el punto de vista de la madre, ya sea de mujer que busca su camino de dedicación, ya sea que depende de la vivencia, digamos, táctil relacionada con la ropa. Sí, incluso si tomamos por ejemplo la respiración de la mujer, ésta no respira como el hombre, ella olfatea. Para la mujer no es importante la respiración externa, sino que la vivencia de la respiración. O el sabor, que es esfera particular de la vida de la mujer. La mujer cocina la comida y se llena de esto, dado que experimenta la naturaleza del gusto. Para ella, la comida de verdad es cuestión de sabor si, por supuesto, no están alterados los indicadores del sabor. Y también la vivencia del habla, el sonido para la mujer es tan táctil, que puede inspirarla para realizar una hazaña, o puede agravarla profundamente.

Al no aclararse su naturaleza, la mujer no puede encontrar el apoyo interno y la insuficiencia jugará el papel de equivalencia externa de vivencias, donde puede desarrollarse dependencia insuperable. La mujer debe saber hacer crecer, ante todo, a sí misma. Una mujer que no sabe vivir “sabrosamente”, no representa completamente a sí misma y se considera como insuficiente. Vivir sabrosamente es ¡la fuerza real y no inventada de la mujer! Esto se debe a que el gusto básico es el gusto por la vida, que guarda en sí precisamente todas las capacidades integrales.

Se debe aprender a comprender la naturaleza del llenado, entonces se conocerá la naturaleza de la acumulación y la mujer podrá conocer la naturaleza del cambio o la transformación. El intento de engañar a su naturaleza femenina o desviarse de ella no llevará a nada excepto a estrés, que vemos en la vida de la mujer moderna, donde el descontento y la insuficiencia le quitan lo principal: la acumulación de fuerza, a menudo formando en ella, miedo.

Tomemos como ejemplo tales conceptos como juventud, vejez, belleza, amor, familia, niños, que son la comprensión básica del mundo de la mujer, que más la explotan que desarrollan. Y, en realidad, todos estos indicadores pueden desarrollarla ilimitadamente. Ser mujer es un todo Arte, que es necesario para nuestro espacio que explota la naturaleza de la mujer.

Pero, en realidad, la mujer misma se explota a sí misma y para muchas, hoy en día esto es no sólo realidad, sino que también necesidad, para mantenerse por lo menos en cierto tipo de vivencias que se convierten, de hecho, en tentación. La mujer debe comprender su Integralidad para integrarse en sí misma, en su vida y en el espacio que le rodea.

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12 abril 2015

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