El Arte de hacer preguntas
¿Y, de verdad hice una pregunta?
Gleb Cherny
Para conocer e ir adelante en su desarrollo, cumplir con las tareas planteadas, uno debe saber hacer preguntas.
Sin embargo, hoy en día es importante el que no entendemos qué es una pregunta, lo que significa que o no la formamos en absoluto, o es tan técnica que incluso no tenemos ganas de responder. La habilidad de hacer preguntas desde hace ya mucho tiempo se convirtió en un Arte, dado que se implica la habilidad por lo menos de comparar aquello que has preguntado con lo que has escuchado. En las condiciones donde la humanidad al devaluar la palabra he devaluado el pensamiento, ha desaparecido la idea misma de la pregunta, no hay nada para trabajar con la respuesta.
Cuando nuestros pensamientos y palabras no tienen acceso directo a nuestra consciencia, resulta difícil incluso simplemente expresar interés en algo. Si en nuestra mente falta la línea de retorno con nosotros mismos, entonces ¿cómo podemos llamarnos a nosotros mismos? Y si uno no puede llamarse a sí mismo, ¿cómo alguien otro puede llamarse a éste? Es importante no confundir la pregunta con el juicio.
Hoy en día, todos los que tratan de desarrollarse hablan o llaman a los que no saben hacer preguntas, ni mucho menos a escuchar. En la actualidad, la importancia de la gente que piensa y entiende es poca, dado que prácticamente faltan las personas que puedan escucharlas. Pero aún más sorprendente es la pregunta: Y, los que piensan, ¿comprenden que el resto de la gente no sabe escucharlos? Por eso, hoy en día la cuestión del desarrollo humano no es un problema estatal, sino que personal. Los Estados, de hecho, determinaron su tarea, creando unas capas evolucionistas enteras de personas que no saben escuchar y que no saben hacer preguntas. Por eso, es un asunto personal a cada uno cuando la pregunta es el camino hacia la profundización en sí mismo.
01 febrero 2011
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